martes, 24 de septiembre de 2013

Lo que me enseñó el último single de Miley Cyrus

Siempre he dicho que hay que escuchar de todo, pese a gustarte más un estilo. Yo pasé por todas las fases: desde mi época punk, mi época pop comercial, mi época heavy, mi época rock progresivo... y la época electrónica actual, mezclada con un poco de todo lo anterior.

Si te paras a escuchar solo un estilo, generarás rutinas, patrones e influencias que mermarán tu música y al final sonarás a "refrito de X e Y". Algo así comentaba Alex Guerrero no hace mucho en su blog. Por eso, siempre he escuchado un montón de música que, aunque no me guste, a la hora de oírla voy más allá. Enriquece lo que hago con múltiples detalles. Por eso, antes de poneros el ejemplo de Miley Cyrus que os comentaba, quiero que escuchéis un remix que hice de un tema de Lady Gaga hace un par de años...

Lo hice completamente con el iPad. Probando aplicaciones: sacando sonidos guitarreros, pads atmosféricos, baterías modificadas, varias lineas de bajo, sintes arpegiados... Todo distintas influencias. Y es que, si algo relaciona este remix con el tema de Miley Cyrus del que quiero hablaros, es que me autoimpuse un límite de máximo 16 pistas.

¿16? Parece que muchas veces con eso no tenemos ni para empezar. Pero en realidad, ese sacrificio que hice con ese tema (incluso dejando una pista entera solo para un sample de 4 segundos... caprichos que se da uno) me ha venido de perlas posteriormente.

Por eso hoy, cuando fui al gimnasio y fui, deliberadamente con el nuevo single de Miley Cyrus en el iPod (Wrecking Ball), me dije "tengo un buen número de escuchas por delante para apreciar todos los detalles". Reconozco que la música comercial está un poco mal vista desde el punto de vista del músico que hace todo por amor al arte y que acaba palmando mucha pasta (como yo he hecho) en ensayos, transportes, instrumentos, software (sí, los hay que todavía pagamos por software), etc.

Me sorprendió que, lo primero, hubiera tan poquita cosa en un single. Comenzaba muy frágil, con unos glissandos en la voz que me encantan (un recurso que todavía no he usado y tengo ganas de poner en práctica), para luego entrar la batería con un empaque genial (yo la hubiera exagerado más aún, como en el tema Halo de Beyonce) y el resto de la banda, más coros y demás. Incluso tiene momentos a capella y silencios. ¡SILENCIOS! Tan necesarios y tan olvidados. 

¿Cuál es el secreto del éxito, más allá de si relacionamos los instrumentos y ausencia de ellos con lo que quiere decir el tema? Que hay lo justo y necesario, no sobra nada. Muchas veces nos enfrascamos en meter con calzador sonidos que nos gustan, para luego complementar otra parte del espectro con otro sonido, luego un colchón "de los que nunca sobra", luego una batería con un spread para que ocupe todo, etc. Y así generamos contrafase. O lo que es lo mismo: que tantos elementos acaban anulándose unos a otros y el resultado auditivo es deficiente. Y es que, al igual que no hay grupo en directo que suene mejor que Rush o Police (nota, son tríos), en estudio pasa tres cuartos de lo mismo. Como "se puede", pues ale, a incluir todo tipo de artilugios. Que si este plugin, que si este sinte, que si este bajo haciendo la octava del otro, que si... ¿Entendéis?


Por eso, el consejo que puedo dar (y lo que me enseñó este single de Miley Cyrus) es que hay que seleccionar mejor nuestros sonidos. Modificarlos para que no se pisen en el espectro, hacer que cada uno, como en un cuadro, tenga su espacio sin anular a los demás. Y sobre todo, que la voz esté bien presente (Otro tema a hablar sería el Rider que usaron para la voz, porque se dispara al final de los estribillos con la ausencia de banda, faltaría ver si hicieron una especie de Ducking para que primara la voz de Miley).

Menos sonidos, pero mejores ;) ¿Qué opináis?