viernes, 6 de septiembre de 2013

Un golpe de suerte

En 2007, yo tocaba el teclado en un grupo de metal extremo melódico llamado Elderdawn (por cierto, siguen en activo y son unos chavales muy majos, echadles un oído). Me configuraba mis propios sonidos, me encantaba tener mi propio atuendo y maquillaje para salir a tocar en directo... Me lo pasaba bien. Disfrutaba con lo que hacía. Tras una noche de concurso de bandas en Ritmo y Compás, al no vivir en Madrid por entonces (pese a hacerme 400 kilómetros cada vez que iba a ensayar: creo que es el signo de mi devoción por la música) me quedé a dormir en un hotel con mi equipo. A la mañana siguiente, el teléfono sonó. Me despertó antes de que yo recuperara todo el sueño atrasado y estuviera descansado. La llamada fue aún más antológica: con los ojos casi cerrados tras buscar el móvil a oscuras, la voz grave de ultratumba y el no saber a ciencia cierta lo que pasaba, escuché una de las frases que nunca olvidaré: ¿Quieres telonear a Dimmu Borgir esta noche en La Riviera? Me reí, mezcla del nerviosismo, escepticismo e incredulidad. ¿Telonear, yo, a un grupo por el que me llegué a hacer 1000 km para un concierto, de mis favoritos (entonces) y una referencia de la escena? Además, ¿En La Riviera? Allí había visto yo muchos de mis grupos favoritos... "Es que Amon Amarth han quedado tirados en Portugal, se les ha roto el bus y no podrán llegar a tiempo. Si no lo cogemos, se la darán a otros (la oportunidad)..." Acepté. Llevé mi equipo de nuevo a La Riviera, donde asistí al montaje del escenario y prueba de sonido de un grupo grande. Por fin, desde cerca. Era un sueño hecho realidad. Sin embargo, todo lo que os podáis imaginar que fuera mal... Fue mal. Sin cantante principal, tuvimos que solventar las melodías entre 2. Probamos sonido 10 minutos antes de salir a tocar, cuando la gente ya estaba en la sala. Y aquí venía lo peor... Mucha gente venía a ver a Amon Amarth y al encontrarse a otros, nos cayó la del pulpo. Nosotros lo sentíamos tanto como ellos, pero por otra parte, estas oportunidades pasan una vez en la vida. Y puede salir bien, regular, mal. . Pero hay que disfrutarlas. Lo intenté todo: desde la introducción con la Banda Sonora de Terminator 2, tocada por el grupo... Hasta improvisar solos espectaculares. Tanto es así que aprendí a tocar el teclado sin mirar, desde cualquier posición... De espaldas incluso. Todo para poder dar el 100% y entregar un gran espectáculo. Pero nada de eso hizo efecto. No gustamos. La gente no quería vernos, no quería nada que no fuera amon amarth. Estas oportunidades pasan, y hay que cogerlas. Y para ello, hay que estar preparado y entrenado. Saber dar todo lo posible. Porque nunca sabes cuando pueden llegar. Si algo aprendí ese día, es que siempre has de tener un plan A y un plan B. Llevar un backup por si falla lo principal. Y sobre todo, disfrutar mucho. Porque sin esa chispa, nada tendría sentido en el mundo de la música. Podría hablaros de los camerinos de los grupos grandes, exigencias y demás... Pero eso lo dejaremos para otro día.